Este es el truco sugerido por la ciencia para hacer que los niños coman más verduras
Parece que aumentar la ración de verdura puede ser el truco definitivo para que involuntariamente los niños coman más verduras.
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La mayoría de los padres con niños pequeños tienen dificultades para que sus hijos coman verduras, pero lo cierto es que resultan esenciales si tenemos en cuenta que las verduras proporcionan vitaminas, minerales, fibra y muchos fitonutrientes que ayudan al cuerpo a mantenerse saludable. Sin embargo, nuestros hijos a menudo se niegan a comer verduras y ensaladas . ¿Por qué pasó esto? ¿Y qué hacer para solucionar el problema? Os queremos presentar el truco sugerido por la ciencia para hacer que los niños coman más verduras.
Este es el truco sugerido por la ciencia para hacer que los niños coman más verduras
¿Por qué los niños pequeños no comen verduras? La respuesta más simple podría ser «por capricho». Sin embargo, es una respuesta parcial. Los bebés nacen con preferencia por los sabores dulces, que los atraen a la leche materna e incluso actúan como analgésicos. Cuando son destetados, se encuentran explorando un mundo desconocido de sabores. Las verduras tienen, para nosotros los humanos, un sabor amargo, provocado por el contenido de calcio, fenoles, flavonoides, isoflavonas y terpenos. Desde un punto de vista evolutivo, el sabor amargo advierte contra el consumo de alimentos potencialmente tóxicos. Además, los niños tienen una mayor sensibilidad a la amargura que los adultos.
Quizás por ese cambio de sabor, los niños pequeños suelen ser reticentes a comer verduras que además tampoco es que tengan la mejor textura para una boca infantil que está comenzando a experimentar con nuevos alimentos. Entonces, ¿qué deben hacer los padres? ¿Deberían rendirse a la evidencia y no alimentar con verduras? Una vez más es la ciencia la que viene al rescate.
Lo que dice la ciencia sobre los niños y las verduras
En un estudio muy reciente publicado por ScienceDirect se evaluó la ingesta de verduras en los niños. En particular, a 67 niños de entre 3 y 5 años se les prepararon almuerzos que incluían brócoli, maíz, papas, zanahorias. Las verduras se servían en porciones cada vez más grandes. Luego se midió el porcentaje de alimentación de los niños. El resultado es claro. Duplicar las porciones de verduras y maíz dio como resultado que los niños comieran un 68% más de verduras. Además, las verduras se habían cocinado de forma diferente para realzar su sabor. El enriquecimiento de las verduras con mantequilla y sal, por otro lado, no afectó su ingesta.
Si hacemos caso entonces a la ciencia, la clave estará en dar porciones más grandes de verduras a los niños, pero ¿y si el bebé o el niño se muestra reticente a comer evidentemente porciones mayores? Recurramos entonces a evitar servir las verduras hervidas sin más. Mezclemos las verduras entre sí, sirvámoslas tras haberlas pasado por el horno o haberlas cocinado acompañando la carne o el pescado a pesar de que el estudio argumenta que «enriquecer» las verduras no aumenta la ingesta.